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Libros de ayer y hoy
VIENTOS DEL MAL
Los vientos golpeaban inmisericordes. Los vientos castigaban. Los vientos gritaban ¡penitencia!
Zumbido aterrador, silbido infernal. Miedo, pánico, destrucción.
Bienes arrasados. Aires apocalípticos. Más miseria, más sufrimiento. Hambre, enfermedad, muerte. Éxodo. Nada qué hacer. ¡Sálvese quien pueda!
Hambre, sed, miseria. La ciudad emblema del lujo, de la fiesta, del amor, destrozada, horadada, violada por el meteoro.
Hedor, enfermedad, necesidades, lo que queda. Se fue la belleza, se fue el bien, se fue la verdad. Los trascendentales del ser huyeron. Solo dejaron a miles de víctimas.
Aves de rapiña, volando, esperando el momento de atacar, de robar, de injuriar. El benefactor del pueblo, el amado, Gran Tlatoani de los pobres, lejos, distante, insensible. – Te ayudo si sirve a mi movimiento. – Nido de víboras al acecho. La ayuda no fluye. – O la entrego yo, o no pasa. – Demonios disfrazados de ángeles, sepulcros blanqueados.
Los que están para cuidar, ahora son los enemigos. La ayuda no llega, me la quedo yo o, te la doy, si hay cámaras observando.
Mientras tanto, el hambre arrecia, debilita, mata. Entonces el amor no se paga con amor, se paga con votos. – Si no hay votos no me sirves. Te busco en las elecciones. En tiempos de veda, no te conozco, más aún, te desprecio. –
Pobres acapulqueños, pobre Guerrero, pobre México.