Libros de ayer y hoy
Y después de la muerte…
Transe incierto.
Pase no descubierto.
¿Qué acontecerá?
¿Qué habrá del otro lado?
Incertidumbre desquiciante.
Angustia existencial.
¿Acaba todo aquí o,
todo comienza al morir?
Vivir …
¿Para qué vivir,
si todos moriremos?
Morir …
¿para qué morir,
Si de eternidad
tenemos el anhelo?
Y es que la muerte es una incertidumbre. No, la muerte en sí. Sino, lo que pasa después. Hay quienes creen que todo acaba al morir, por lo tanto, no hay que temer a la muerte. Epicuro, el filósofo de la antigüedad, decía: “mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos”.
Otros aseguran que el alma reencarna o transmigra a otro cuerpo. Otros, creemos que algún día hemos de resucitar.
¿Cuál de todas estas aseveraciones es la verdadera? O, ¿las tres son falsas? Pues, la verdad siempre es una.
Lo cierto es que nuestra alma es simple. No está compuesta, luego, no se descompone con la muerte.
Entonces subsiste al cuerpo. Lo que sigue es materia de fe o de falta de la misma. Algo tiene que pasar si el alma permanece.
Seamos prácticos. ¿Qué conviene más, transmigrar a otro cuerpo, aunque éste sea más hermoso y volver a exponerse a las incertidumbres del día a día, o, al morir, ir a un lugar donde seremos dichosos eternamente? Yo preferiría esto último.
Y ¿usted qué opina, estimado lector?
¡¡¡PLOP!!!
El autor es director del departamento de filosofía de la UAG.