
Visión Financiera
Popularidad vs. responsabilidad
Recuerda usted, estimado lector, ¿quiénes eran los alumnos más populares en su secundaria y preparatoria?
Respecto al género masculino, ¿quién era el más popular? ¿Acaso el más conocido y admirado por la mayoría, era el más aplicado? ¿Quizá el alumno que se esforzaba por poner atención en clase y cumplir con las tareas, era el que gozaba de mayor admiración y gloria? No, ¿verdad?
Lo más probable, es que el más popular era el rebelde, el más dado al relajo, el dicharachero y el pelionero.
Lo mismo pasa de la escuela a muchos ámbitos profesionales y, sobre todo, al ámbito político. Así tenemos que, los servidores públicos que trabajan bien, que dan resultados, que son eficientes y que no hacen escándalos, no gozan de popularidad. Pero, análogamente con la secundaria y la preparatoria, el político popular es el pelionero, irresponsable y flojo. El mentiroso, el que promete el cielo y las estrellas y que sabe que nada de eso va a cumplir. El hablador, el leguleyo y el demagogo, resulta tener más fama.
No nos dejemos entonces engañar por las encuestas para otorgar legitimidad o dar crédito a algún servidor público. Analizemos bien el pasado del político, su desempeño y trayectoria.
Al contrario, el hecho de que sea popular, más bien, es sinónimo de sospecha.
– ¿Quién es el más popular de la prepa, muchachos? –
– El Rodríguez, profe. –
– ¡Lo imaginé! –
– ¿Por qué profe? ¿Por su trabajo? –
– ¡No, por su relajo! –
¡¡¡PLOP!!!