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GUADALAJARA, Jal., 10 de julio de 2022.- La psoriasis es una condición de la piel no contagiosa y permanente, caracterizada por manchas escamosas plateadas con contorno rojo, que pueden ser desencadenadas casi por cualquier estímulo que traume y cause inflamación de la piel, como rascarse, inyectarse, golpearse, picaduras de mosquito y estrés, entre otras.
La presencia de esta enfermedad está dada por la participación de diversos factores, como las alteraciones genéticas, la edad, el género, la zona geográfica y la raza. Aunado a que es el principal padecimiento autoinmune en la piel que los propios mecanismos de defensa actúan contra el mismo cuerpo, cuya incidencia reportada es de hasta el tres por ciento a nivel mundial.
Se ha observado que las manchas en la piel alteran la calidad de vida del paciente al presentar descamación, sangrado, comezón y quemazón, generando en ellos una tendencia a ocultar sus lesiones dermatológicas y ocasionando trastornos psicológicos, producto de la vergüenza causada por estigmatización y exclusión de la sociedad.
Estas lesiones aparecen, sobre todo, en zonas donde roza la piel, por ejemplo, codos, axilas, cuello, palmas de las manos, plantas de los pies y en los genitales. La ansiedad y el estrés que usualmente acompañan a estos pacientes empeoran las manifestaciones físicas de la enfermedad, volviendo los síntomas más intensos como un círculo vicioso que afecta su bienestar emocional, y podría ser la causa de enfermedades psiquiátricas como la depresión.
La depresión está definida como una tristeza prolongada que causa pérdida de interés y que lleva al aislamiento social, distorsión de la imagen corporal e incluso el suicidio. En México, el INEGI establece que 22.1 por ciento de las mujeres y 12.5 por ciento de los hombres tuvieron síntomas como tristeza profunda, baja autoestima y pensamientos suicidas, por esta razón los trastornos esquizoides, depresión, ansiedad o fobias se presentan hasta en un 15 por ciento de la población, siendo la depresión una de las más frecuentes entre los 18 a 65 años, con una incidencia de 4.8 por ciento.
La depresión, psoriasis y los mecanismos que las integran son muy complejos y la información disponible es contradictoria y limitada y existen algunas teorías al respecto.
La psoriasis como enfermedad autoinmune promueve la secreción de citocinas proinflamatorias, que son sustancias liberadas por las dendritas, macrófagos, neutrófilos, y otras células inmunes de la piel y otros tejidos, en concentraciones elevadas causan altos niveles del neurotransmisor setonina que deprime al sistema nervioso.
La principal citocina es el TNF-a que en psoriasis promueve el rápido crecimiento de la piel e inflamación que se observa como escamas rojizas, mientras que en depresión desempeña una función en la síntesis de neurotransmisores y las vainas de mielina. De esta forma, los niveles anormales también contribuyen a una alterada comunicación entre las neuronas.
La deficiencia de vitamina D3 es una teoría poco discutida; esta vitamina está implicada en la diferenciación y división de los queratinocitos y ahí que su administración en pacientes con psoriasis se relaciona positivamente a menor aparición de placas escamosas. A su vez, este componente lo encontramos en los neurotransmisores, y sus bajos niveles también se han relacionado en promover altas concentraciones de citocinas proinflamatorias y pocas concentraciones de células T reguladoras que provocan las manchas psoriásicas.
En conclusión, ambos padecimientos comparten mecanismos que afectan el sistema inmune que el tratamiento dual podría o no disminuir las manifestaciones clínicas de las enfermedades.