¡¡¡PLOP!!!
Michoacán. Otra vez la burra al trigo
El dicho popular pudiera aplicarse con exactitud, cuando el gobierno federal da la impresión de haber agotado todos sus recursos de propaganda, y se repite a si mismo, con las mismos mecanismos, en cada nueva situación que la necia realidad le obliga a enfrentar.
Esta vez es el evento de Michoacán. Cualquier observador sensato podría inferir que si los sicarios, que perpetraron un acto de barbarie brutal como el que dieron cuenta medios y redes, pudieron limpiar la escena del crimen es que el pañuelito blanco de la propaganda es saliva y escenificación. La corrupción y la impunidad parecen marcas registradas de México. Los grupos delictivos operan sin oposición, en impunidad total, y sus métodos violentos parecen de las pocas patentes que gestamos en el país. Pero, limpiar la escena del crimen con absoluta calma, no significa que no hubiera ocurrido. Lo mismo pasó en Ayotzinapa. Nadie ha encontrado a los cadáveres, pero eso no significa que no existieran. Y por supuesto, Epigmenio Ibarra se cuidó muy bien de presentarlo como corrupción e impunidad del régimen de Peña, en las narco series de su producción.
En este episodio, otra vez el gobierno federal acude al mismo dispositivo discursivo. La secretaría de seguridad y protección ciudadana del Gobierno Federal da una nueva versión, en el púlpito matutino: “No eran 17, ni fueron fusilados”. El sustento de esta afirmación es que no se encontraron cuerpos y la escena del crimen fue alterada. Y el presidente, remata con su canción, muchas veces escuchada: “hay mucha desinformación porque el conservadurismo está empeñado y desesperado por atacarnos, la mayoría de los medios de información en coro en contra de lo que llevamos a cabo. Como siempre sucede, pues se agrupan, se articulan las fuerzas conservadoras”.
Otra vez la burra al trigo, como en el caso de la casa gris. Como siempre sucede, los hechos se alteran en el discurso oficial, la crítica se desvía, desesperada por defenderse, hacia los medios, se descalifica a los comunicadores (ahora no es posible emprenderla contra un sólo periodista, se habría tenido que repasar a casi la totalidad de medios informativos y portales noticiosos digitales y en redes, sin contar los medios internacionales que ya dieron cuenta de la noticia) y se contraataca al desacreditar a la prensa en general. Todo es culpa de los conservadores, que alteran el escenario, no solamente de los crímenes, sino de la realidad misma. ¡Pobre presidente, acotado y acosado por los complot poderosos de los malvados, reunidos todos en su contra! ¡Andrés víctima de la desinformación conservadora!
El problema para el presidente es que el discurso se le desgasta. La sociedad empieza a desacreditar un disco rayado que siempre acude a la misma tabla de salvación. Podría ser un ataque si un presumible conflicto de interés fuese inventado, o si un acto criminal fuese exagerado con fines de desacreditar. ¿Pero siempre sucede lo mismo? ¿Serán en verdad tan poderosos los enemigos del pueblo y de las transformaciones enormes que encabeza el líder del movimiento que encarna a la patria? ¿Será torpeza en el ejercicio de la función pública? ¿Será la realidad, que se esmera por desacomodar un discurso gastado y que cada día arruina la sobre exposición? ¿O, acaso Andrés, muy cercano al pueblo y muy alejado de la realidad?
Por lo pronto, el veredicto parece salir del propio pueblo, sabio y bueno. De conformidad con una encuesta de El Financiero, publicada al iniciar marzo, la aprobación al trabajo que está haciendo Andrés en el cargo de presidente, descendió del 60% al 54%, una cifra peligrosa para el régimen, cuando se acerca el tema de la revocación de mandato. La desaprobación, como es matemáticamente lógico, subió de un 38% a un 43%. El presidente sigue un deterioro en lo que hasta hace unos meses parecía incontrovertible. Quizá la realidad, al fin, imponga su criterio sobre las fórmulas desgastadas de hacer comunicación política.
Las opciones de hoy:
a) El presidente luce cansado, agotado, se ha buscado un sinfín de escenarios de combate, pero el más tenaz en su contra parece ser el de los hechos irrefutables. México contabilizó en una semana casi la misma cantidad de muertos que Ucrania en guerra contra Rusia.
b) El discurso del gobierno federal corre el riesgo de caer en el descrédito rápido, sobre todo en materia de inseguridad pública. Los hechos delictivos y criminales corren como reguero de pólvora, sin que la anquilosada política oficial de contención pueda detenerlos.
c) El desgaste excesivo del discurso reúne una masa cada vez menor de fieles. Los fanáticos enfrentan serias oposiciones en redes y sus “argumentos” de vitacilina, “los de antes”, “los fifís” y demás discos rayados se desgastan al parejo de la perorata presidencial.
d) Los asesores del discurso, Jesús Ramírez y Epigmenio Ibarra, se erosionan a la par que los hechos suceden. Es complicado, aún para mentes brillantes, que los escenarios de la realidad se contrapongan a los temas del discurso. El propio Goebbeles contaba con los logros de Hitler para sostener su maquinaría de propaganda, mientras duró…