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Descomplicado
La oposición inoperante…
Las elecciones se ganan entre campañas. Aunque los candidatos inviertan millonadas de dinero en asesores de marketing político, las predisposiciones de los votantes, configuradas antes de iniciar las campañas proselitistas, determinan los resultados. Las campañas no cambian las tendencias, eso lo sabemos desde la segunda mitad del siglo pasado, y esta ocasión no será la excepción.
La oposición no pudo mellar la popularidad del presidente López Obrador, aunque tuvo elementos y posibilidades a su alcance. El temor de ser exhibidos por una larga cola de corruptelas inhibió la eficacia de la comunicación opositora y mantuvo intacta la popularidad del presidente, asunto que sin duda influirá en la decisión de muchos votantes.
La equivocada estrategia de Frena, que nos mereció muchos comentarios en su momento, tampoco electrizó a un electorado ya polarizado, y dejó sin banderas a una oposición carente de propuestas. La ingenua demanda de provocar una salida del López Obrador del poder, quedó en eso, en una ingenua demanda.
En estas, ya propiamente dicho, campañas, los anuncios televisivos de la oposición anuncian una confirmación de las tendencias que todos conocemos. Morena seguramente captará a la mayoría de los votantes y López Obrador saldrá airoso de lo que parece ser, desde hace meses, su prioridad de gobierno: ganar las elecciones intermedias y refrendar la legitimidad de su mandato.
Los spots del PRI, del PAN y del PRD, cada uno por su lado, hacen mención de las fallas y de los errores que ha cometido el Gobierno que se autodefine como de la 4T, sin saber que su propaganda (o tal vez a sabiendas) no va a provocar un cambio en las tendencias del electorado. Sus críticas acres a Morena, que no al presidente, por cierto, solamente van a reforzar las opiniones y las decisiones de voto que ya configuraron sus seguidores. Y estas no son la mayoría, aunque se unan los tres partidos en cuestión. La oposición carece de un discurso que conmueva, que proponga, que movilice al electorado. Así, solamente van a mover a sus simpatizantes, y, reiteramos, con éstos no dan los números para ganar en estos comicios.
Sin duda el presidente se hace más daño a sí mismo que la propia oposición. En estas elecciones, solamente un error mayúsculo que cometiera, poco probable, por cierto, o un evento catastrófico, menos probable aún, porque ya hasta López-Gatell pasó el embate de la pandemia, serán los únicos argumentos de una oposición inoperante, timorata y medrosa. La alianza de los tres partidos no va a alcanzar esta vez. Su equivocada propaganda, tampoco.
Ante este panorama surgen tres posibles opciones:
a) Los indecisos, esa franja meta de toda estrategia electoral, reaccionarán con apatía ante la nula capacidad de movilizarlos que muestra la oposición en sus anuncios proselitistas. Muchos de sus posibles votos se convertirán en abstenciones
b) La franja de indecisos se movilizará en el eventual caso de un error evidente o un evento de grandes proporciones que pueda suceder entre enero y junio.
c) Los indecisos representan el voto oculto, que por lo general no se evidencia en las encuestas a favor del partido o el grupo en el poder, pero pueden convertir a las elecciones en competitivas, aunque para ello deben ser movilizados por una oposición creativa, que, por ahora, está muy lejos de serlo….