Claudia y Delfina
La mentira y los políticos
Cada vez nuestros políticos se presentan más contradictorios. Eso de que no les creemos es porque se lo ganan a diario. Lo peor es que ya mienten sin ninguna vergüenza, como si mentir fuera una virtud, algo bueno, algo deseable.
Y se miente en tribuna nacional. “Urbi et orbi”, por no decir lo menos. Se miente sin ningún rubor, sin nada de remordimiento, y lo peor, se miente al mentir. Dicen una mentira, y luego otra que desmiente a la anterior, pero que, también es mentira.
El vicio del mentir se ha adueñado de “nuestros representantes”. Y si son nuestros representantes ¿es que también somos muy mentirosos? No lo creo así. Siempre ha habido un grupo minoritario -afortunadamente – de personas mal intencionadas. A éstas, poco les importa la honestidad, la verdad y el bien. Solo les interesa satisfacer su sed de riquezas, de poder, de fama, de honores.
Y la mentira es la tergiversación de la realidad. Ésta, es lo que es, y se identifica con la verdad. Una cosa es que a lo mejor no nos guste la realidad, pero de ahí a falsearla, ya es diferente. El “yo tengo otros datos” es una forma de mentir, porque la realidad es cognoscible y nos arroja lo que es.
En términos generales hay tres tipos de mentira:
1. La jocosa. Que es la que se da por diversión. Una broma, un chiste, etc. Aunque lo mejor es nunca mentir, esta no tiene una intención más que lúdica.
2. La oficiosa. Es aquella que se usa para conseguir algún beneficio. Aquí es donde ya empieza a haber malas intenciones. Ejemplo, mentir en campaña para ganar votos.
Y en este caso la clase política y más, unos que otros, mienten, mienten y vuelven a mentir.
3. La dañosa. Esta es la que perjudica y que expone incluso la integridad de alguien, de algún grupo o incluso, de un país. “Vamos requeté bien” cuando todo se está desmoronando. Esa mentira no edifica, porque, entre otros rubros, se niega la realidad y al negarla, no hay solución alguna.
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-Oiga profe, y ¿de qué escribió hoy?-.
– Sobre la mentira-.
– Ah, ok. Oiga, quería avisarle que no voy a venir mañana.-
-¿Por qué razón?
-Es que mi abuelita nos invitó a la playa.-
-¿Cómo? Antier que faltaste me dijiste que estaba gravísima.-
¡¡¡PLOP!!!
Salvador Echeagaray, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). [email protected]