Genio y Figura
¿Quienes apoyan a López Obrador?
El presidente cuenta con un índice de aceptación de más del 50% en el país, cifra que de acuerdo con las encuestas le alcanzará para llevar a su partido al triunfo electoral en la mayoría de las entidades que disputan gubernaturas, y para asegurar la mayoría de legisladores morenistas en la renovación del Congreso de la Unión.
Los segmentos sociales más numerosos que aprueban al líder moral, político, económico y hasta beisbolístico de Morena, son, a saber:
En primer término, como resulta obvio, los sectores marginados del país, que no son pocos. Dentro de ellos, destacan, entre los convencidos por el presidente, y su estilo de comunicar, aquellas personas, que no concluyeron la primaria, que tampoco son pocas.
Andrés Manuel sabe lo que hace y su discurso, llano, pletórico de ocurrencias, salpicado de dichos, cargado de explicaciones casi didácticas, de lecciones de historia, economía facilona y política simplista, llega a las grandes mayorías. Esa masa que discierne con dificultad, aprende la lección de cada mañanera y la repite, con ayuda de los youtubers que copian y pegan los tres o cuatros dichos relevantes de cada día. Este discurso tiene una enorme repercusión en las emociones, provoca simpatía hacia el emisor de la misma, aunque añade muy escasa capacidad de reflexión. López Obrador sabe, como lo expresaba Hitler en «Mi Lucha», que las masas son manejables por las emociones y que tienen una enorme carencia de pensamiento, reflexión y análisis. Aquellos que desesperan con las puntadas del Primer Mandatario ignoran la gran eficiencia de su comunicación y propaganda en este segmento de su clientela política.
El otro gran sector de la población mexicana que apoya irrestrictamente a López Obrador, son los mayores de 50 años de edad. Muchos de éstos estudiaron en universidades públicas y a pesar de contar con una sólida formación académica, alcanzaron nivele medios de desarrollo socioeconómico. Esta generación vivió en carne propia el deterioro económico y social en tiempos de De la Madrid; apreció la consolidación de un modelo neoliberal, profundamente desigual en el reparto de la riqueza con Salinas; vio pasar la recuperación económica con Zedillo, pero quizá perdió alguna propiedad, víctima del Fobaproa. Probablemente sufrió la cresta de la esperanza con Foz y el valle de la desilusión con su fallido gobierno; sintió el dolor en propia piel, o en muchos otros cercanos, en el narco estado que gestó Calderón, enmascarado en una fallida estrategia de combate a la delincuencia organizada que produjo más de 60 mil muertos. Y por supuesto, apreció en cabalidad el despilfarro, la corrupción y la ineficiencia -con excepción de los grandes capitales beneficiados- del gobierno de Peña Nieto.
Esta generación observó como López Obrador fue despojado del triunfo en el 2006, como batalló 18 años, con un tesón admirable, en pos de la presidencia, y como hizo un diagnóstico lúcido del país, descrito en el párrafo anterior. Para la generación del presidente y algunos de una década menos, las expectativas de una distribución adecuada de la riqueza, premisa académica aprendida desde la Universidad, y el deseo de cambiar las estructuras y sanear la corrupción fue «música para sus oídos». López Obrador les decía exactamente lo que habían querido escuchar en décadas. ¿Cómo no brindarle su apoyo, su simpatía y hasta su defensa a ultranza?
Para este grupo, la esperanza es López Obrador. Si el presidente se equivoca significa que ellos se equivocaron. Luego, cualquier crítica al mandatario es asumida como un ataque a ellos mismos y a su sistema de creencias, que avivó y sigue atizando desde la mañanera, el discurso presidencial. Para colmo, la oposición se ha centrado en atacar a Andrés Manuel, sin generar una agenda alterna a su proyecto, y solamente despierta la ira y los insultos de los dos segmentos aquí enunciados.
Las opciones de hoy:
a) El presidente mantendrá su discurso y seguirá embelesando a sus seguidores, Esto será suficiente, será el factor que decidirá las elecciones en México.
b) El ataque sistemático a López Obrador solamente le fortalecerá, como en la campaña presidencial, los simpatizantes (sin sumar los bots) sostendrán el discurso del presidente en las redes.
c) La sobre exposición del presidente alcanzará a desgastar su discurso. La crisis y la pandemia alcanzarán a obrar en su contra. Así, cada elección se librará sin la «sombra del caudillo» y dependerá su partido de la selección y las campañas de sus propios candidatos…