Rescatan a bañista en playa de Puerto Vallarta
GUADALAJARA, Jal., 12 de noviembre de 2019.-Rivalidades, envidias, celos y traición han constituido episodios míticos y reales que han regido la vida de los hermanos a través de los siglos. A decir de la Dra. Claudia Sotelo Arias, directora del CEEPI, la rivalidad es una realidad que se presenta todos los días en muchas familias mexicanas: «Las relaciones más agresivas e incluso destructivas pueden darse entre hermanos; en contraparte estas relaciones cuando son maduras, basadas en el amor, la solidaridad y el respeto suelen ser fraternas e inquebrantables».
«Los hermanos son aliados y cómplices en todo, porque estas relaciones en la infancia son más íntimas que entre los propios padres, pero contrariamente, hemos encontrado que uno de los factores de mayor agresión intrafamiliar en México, también se presenta entre hermanos, incluso con mayor frecuencia que la violencia de padres a hijos o entre cónyuges», subrayó.
El especialista comentó que es esperado escuchar que los padres de familia comenten frases como «se la viven pelando»: «La rivalidad entre hermanos es tan natural como inevitable, porque en este vínculo afectivo habitan sentimientos agresivos y amorosos, pero tienen su función: los seres humanos comenzamos a facilitarnos el proceso de socialización y la rivalidad generalmente se supera cuando llega la etapa adulta, dando paso una mayor unión y una relación de amistad».
Sotelo Arias manifestó que los celos entre hermanos son comprensivos porque el par representa una amenaza por el temor a perder los afectos con los padres: «Los niños sienten que sus padres son de su propiedad y se frustran cuando poco a poco renuncian a ello por la presencia de un hermano. En una relación sana este proceso se asimilará; sin embargo, en ocasiones esta rivalidad o celotipia puede generar agresividad que se manifestará desde la infancia, y por ende, se acentuará durante la adolescencia y podría recrudecerse en la edad adulta.»
Por desgracia – continua – algunos los padres de familia fomentan de manera, quizá inconscientemente, la rivalidad derivada, por ejemplo, al dar la preferencia a uno de los hermanos: «Si esta conducta es constante puede generar resentimientos en el otro hermano, ocasionando situaciones agresivas que pueden ser verbales e incluso físicas. Por lo tanto, si se traslada este cuadro a la adolescencia se tendrá una relación entre hermanos sumamente hostil. Esto sería el origen de las traiciones, de los odios y rencores que en ocasiones son insuperables».
«La tarea de los padres debe ser fomentar el compartir y no el competir, además de aprender a respetar las diferencias entre uno u otro y evitar comparaciones entre ellos, ya que cada uno tiene sus tiempos, predilecciones y deseos particulares. No obstante, si no se logra este equilibrio y las cosas se salen de control, sería necesario acudir con un especialista en la materia que ayude a la familia a encontrar las soluciones de los conflictos entre hermanos», finalizó.