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La Ahogada, el que la prueba se pica
El dilema de AMLO: crecimiento económico o distribución de la riqueza.
Ya no se pudieron lograr ambos objetivos. El psicoanálisis marca con claridad que infancia es destino. Lo mismo sucede con los regímenes sexenales: sus primeros meses determinan su posterior desempeño.
Hoy, López Obrador enfrenta una realidad a la que tendremos que habituamos, por dura que sea: el estancamiento económico. Las expectativas de crecimiento para este año rondan en 1% del PIB, muy lejos de las metas del Gobierno Federal.
El Presidente López Obrador ofreció un crecimiento del 4%, que va a quedar en el terreno del sueño imposible, el problema es que en su campaña prometió crecimiento económico y distribución social de la riqueza.
Hoy el dilema parece simple, la apuesta del Gobierno Federal sólo tiene una opción, la distribución de la riqueza.
Las voces de aquellos a los que, en sus clasificaciones tan personales, el Presidente ha llamado “nuestros adversarios”, se solazan en gritar el fracaso de está administración por la expectativa de escaso crecimiento. Son ellos mismos quienes coadyuvan tal efecto con su desconfianza que frena la inversión; pero el efecto es incontrovertible: el país no crecerá. Estos mismos “adversarios” son los adalides del crecimiento, que por cierto fue muy tibio en los sexenios de Fox, Calderón y Peña, siempre menor al 3% de incremento de PIB. Estas voces claman por crecer, a pesar del evidente efecto que tuvo esta política en la brutal concentración de riqueza en unas cuantas familias en México.
Sin embargo AMLO ha perdido una bandera de lucha y deberá apostar a que sus políticas redistributivas realmente funcionen.
El programa “Jóvenes construyendo el futuro” ha otorgado fuerza de trabajo a muchos microempresarios, con cargo al Gobierno Federal y descargo a sus nominas. Habrá que ver si está política incide en el consumo, incrementa la demanda de bienes y servicios e impacta positivamente en la economía, o sólo queda como proclama ideológica del regimen.
Frente a era situación quedan algunas opciones:
a) López Obrador y los empresarios vinculados a él, como Alfonso Romo o Ricardo Salinas Pliego, podrán incidir en la confianza del sector empresarial y convencer a este de la importancia de recuperar niveles de inversión que provoquen el crecimiento.
b) El sector empresarial manejará el doble discurso: alabar en público y criticar en privado, avivando, sobre todo en redes, una animadversión al Presidente y a su administración.
c) El círculo vicioso de críticas de ambas partes abonará a la desconfianza, el desgaste político y el consecuente desgaste económico, con perjuicio de López Obrador y su imagen.
d) Los programas de bienestar podrán incentivar la economía y restituir banderas para el régimen, que mantendrá a salvo su legitimidad y su, hasta ahora, enorme consenso popular.
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