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GUADALAJARA, Jal., 14 de octubre de 2018.- Después de una semana desgastante en la que millones de mexicanos laboran de sol a sol, para un gran sector la llegada del domingo se espera con ansias para encontrarse nuevamente con rivales y amigos en una cancha para disfrutar y jugar el deporte más importante de sus vidas: el futbol.
Para los que domingo a domingo acuden al deportivo, ejidos o una cancha rodeada de cientos de casas, el jugar futbol amateur no es simplemente un partido, es un ritual que inicia desde la mitad de la semana cuando se enteran el horario del juego, el lugar, el líder de la tabla y hasta quienes comandan como goleadores.
A partir de ese momento arranca la concentración para cada partido. Empieza en los jugadores la adrenalina del balompié, pese a seguir con su vida laboral diaria.
El armar la maleta de juego crea una gran mística alrededor de cada jugador, quien verifica que las medias este listas con sus pares, la vendas enrolladas, los tacos, guantes en caso de ser el guardameta, la playera y símbolo de identidad que si está limpia es mejor, aunque no falta quien olvidó lavarla y sin importar que se haya usado ocho días antes, así se necesita porque es lo de menos y lo primordial es dejar el alma en la cancha.
Una vez en el encuentro la concentración debe ser total, si llegas antes de la hora indicada observar el tipo de juego de los rivales y esperar a que lleguen los compañeros para crear la táctica de juego que van a ocupar y crear el cuadro titular.
A la vez y como pasa en muchas ocasiones, no falta quien llega tarde al partido e incluso quien se le olvidaron las calcetas, espinilleras o incluso el short, así que inicia un proceso de burlas, enojos, lo que ameniza más el ambiente minutos antes de entrar a la cancha.
Una vez vendados y cambiados, el técnico o el dueño del equipo comienza a crear el cuadro titular haciendo la estrategia en el suelo ocupando las credenciales de quienes jugarán y que posición ocuparán durante el partido, que aunque se juegue por tres puntos el alma se debe dejar en la cancha.
Para muchos el futbol llanero, es donde realmente se demuestra la pasión de los jugadores que pese a la edad y condiciones físicas pelean cada uno de los balones en la cancha, lastimándose ya sea por una entrada o por el estado de la cancha que en su mayoría son de tierra con piedras e incluso vidrios de algún envase de cerveza.
Pese a que a mayoría no cuenta con ningún beneficio económico, como los llamados talachas que cobran por jugar, los 22 jugadores en la cancha más la banca de enfunden un solo motivo jugar al futbol y olvidarse del estrés semanal, además de recibir el apoyo de familias, amigos y uno que otro asistente que solo acude a disfrutar de partidos de corazón y de garra.
Cada domingo se respira la misma emoción, que hasta en ocasiones se sale de control armando la campal defendiendo a un compañero aparentemente indefenso o a la porra por haber recibido un insulto.
Y al final de cada partido, y como es una obligación, cada jugador da su parte correspondiente para pagar el arbitraje, el cual, al igual que en el deporte profesional causa controversia pues al final son más los afectados ya que no existe el VAR (Árbitro asistente de video), ni ninguna tecnología que los apoye dejando a los jugadores con el malestar o la satisfacción de tener el dulce sabor de la victoria o la amarga derrota.
Sin duda, los domingos de futbol son una mística impresionante, debido al amor al deporte, las ganas de convivir antes y después de los partidos disfrutando una comida y una cerveza con los amigos, además de recibir un plus de energía para iniciar la semana con una buena actitud para volver unos días más tarde a verse las caras sobre la cancha.