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EL VATICANO, 11 de septiembre de 2018.- El Vaticano se alista a replicar a las acusaciones lanzadas por el exdiplomático Carlo María Viganó, contra el Papa por supuestamente haber encubierto los abusos sexuales del cardenal Theodore McCarrick.
Una nota del C-9, el Consejo de Cardenales que asesora al pontífice en el gobierno de la Iglesia, precisó que “plena solidaridad” a Francisco por “los acontecimientos de las últimas semanas” y anticipó que “en el actual debate” se formularán “las eventuales y necesarias clarificaciones”.
El Papa argentino afronta la peor de las crisis de su pontificado desde el 26 de agosto pasado, cuando Viganó lo acusó de haber conocido desde el 2013 los abusos del ex arzobispo de Washington y no solo de haberlo protegido, sino también de haberlo convertido en su consejero de confianza.
Este señalamiento y varios otros fueron incluidos en un ya célebre panfleto de 11 páginas, que el ex nuncio en Estados Unidos confeccionó con la ayuda de uno de los periodistas más críticos de Jorge Mario Bergoglio, el italiano Marco Tosatti.
Con evidentes lagunas y contradicciones, el escrito de Viganó pidió abiertamente la renuncia de Francisco luego de revelar que él mismo le informó, en 2013, sobre los antecedentes de McCarrick.
Aunque reconoce que desde 2000 existían en el Vaticano noticias sobre los abusos, el ex nuncio no habla negativamente de los Papas Juan Pablo II, quien lo nombró arzobispo de Washington y lo hizo cardenal, y Benedicto XVI, quien lo recibió varias veces en audiencia.
Sobre Joseph Ratzinger, Viganó sostiene que en 2009 o 2010, el Papa alemán habría impuesto sanciones contra McCarrick, ordenándole alejarse de una vida pública y mantener un bajo perfil. Pero sobre estos supuestos castigos aún no existen pruebas, ya que nunca fueron de público conocimiento.
En muchos pasajes de su memorial, el ex embajador papal sólo aporta su palabra como prueba y eso resta credibilidad a sus dichos, que sí levantaron una gran polvareda y abrieron una polémica internacional en torno a la figura de Francisco, quien recibió duras críticas dentro y fuera de la Iglesia.
Esto pese a que el Papa actual fue el único que realmente castigó a McCarrick, a quien le quitó el cardenalato el 28 de julio pasado luego que llegaron al Vaticano pruebas fehacientes de un abuso contra menor que habría cometido más de cuatro décadas atrás el arzobispo, de 88 años.
En una decisión sin precedentes en la historia moderna de la Iglesia, Francisco no sólo despojó de la púrpura al clérigo estadounidense, sino que -además- ordenó que sea sometido a un proceso canónico, una investigación interna eclesiástica.
Por otra parte, el C-9, el Consejo de Cardenales que asesora al pontífice está a punto de ser modificado también como consecuencia de la crisis por los abusos sexuales en la Iglesia.
En estos días ese organismo lleva a cabo su sesión número 26 de trabajo, y anticipó que sus miembros pidieron al Papa “una reflexión” sobre “la estructura y composición” del mismo Consejo, “teniendo también en cuenta de la avanzada edad de algunos de sus miembros”.
Establecido hace cinco años por Francisco como estructura más tangible de su reforma al Vaticano, el C-9 ha vivido semanas difíciles por las acusaciones contra tres de sus miembros más importantes, todas relacionadas con los abusos sexuales contra menores.
Desde hace meses, el cardenal George Pell (también secretario de Economía de la Santa Sede) afronta un juicio por supuestos abusos sexuales y encubrimiento en su natal Australia. Por eso, ha dejado de lado su asistencia a las sesiones del consejo.
Al mismo tiempo el arzobispo emérito de Santiago de Chile, Francisco Javier Errázuriz Ossa, se encuentra al centro de la crisis por abusos en Chile a causa de la gestión en el famoso caso del otrora poderoso sacerdote Fernando Karadima.
Aunque él reclama en todo momento su inocencia, la buena relación que mantenía desde hace años con el Papa quedó afectada seriamente por el problema chileno y ya no viajó a Roma para la sesión de estos días del Consejo.
Otro que también ha sido afectado por señalamientos de supuestamente encubrir abusos es el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, quien funge como coordinador del C-9.
Pell de 77 años, Errázuriz de 85 y Rodríguez Maradiaga de 75 son los principales candidatos a ser sustituidos de ese organismo que completan los cardenales Giuseppe Bertello, presidente de la Gobernación del Estado Vaticano y Reinhard Marx, arzobispo de Munich (Alemania).
Además de Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (Congo); Sean Patrick O’Malley de Boston (Estados Unidos), Oswald Gracias de Bombay (India) y Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede.