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ESTADOS UNIDOS, 1 de agosto de 2018.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, instó al fiscal general, Jeff Sessions, a poner fin a la investigación de la llamada «trama rusa», a la que volvió a referirse como una «fraudulenta caza de brujas» dirigida por un fiscal especial con «conflictos» de interés.
«Esta es una situación terrible y el fiscal general Jeff Sessions debería poner fin a esta fraudulenta caza de brujas ahora mismo, antes de que continúe mancillando a nuestro país», escribió el mandatario en su cuenta personal de Twitter.
Asimismo, Trump cargó contra el fiscal especial responsable de la investigación, Robert Mueller, quien es republicano y a quien acusó de ser rehén de un «conflicto» de intereses, aunque no precisó a qué se refería exactamente.
Por último, el presidente volvió a calificar al equipo que está llevando a cabo la investigación bajo supervisión de Mueller de ser «17 demócratas molestos que están haciendo su trabajo sucio (el del fiscal especial)».
«¡Son una desgracia para Estados Unidos!», escribió Trump al final de su tuit.
Según una investigación del diario The Washington Post, trece de los miembros del equipo de Mueller constan en los registros públicos como demócratas, mientras que los otros cuatros nunca han estado afiliados a ningún partido.
La Casa Blanca ha mantenido una tensa relación con Mueller desde que en mayo de 2017 el fiscal general adjunto de Estados Unidos, Rod Rosenstein, le puso al frente de las investigaciones que tratan de dilucidar una posible conjura entre el equipo de campaña de Trump y el Kremlin, con el objetivo de que el magnate consiguiera llegar al Despacho Oval.
De hecho, que fuera Rosenstein quien tomara esta decisión obedeció a que, desde un principio, el propio Sessions optó por inhibirse del proceso ante la posibilidad de que él mismo pudiera acabar siendo llamado a declarar como parte de la investigación, tal y como acabó ocurriendo.
Por este motivo, en realidad, Sessions no tiene la potestad de poner fin a la investigación, aunque sí podría despedir al fiscal general adjunto y contratar a uno nuevo que estuviera más dispuesto que Rosenstein a cerrar la investigación.