¡¡¡PLOP!!!
En 2012 “el PRI recuperó la Presidencia, aunque se conocían sus mañas, porque millones de votantes creyeron que era mejor que volvieran los que sí sabían gobernar. Pero resulta que no saben”, recordó el domingo pasado el escritor Gabriel Zaid, uno de los críticos más agudos de los regímenes priistas, en una recapitulación del sistema político emanado de la revolución mexicana. (“Sexenios tontos”, Reforma, 26 de febrero de 2017).
El actual desastre en materia de seguridad pública y el sombrío contexto económico que agobia a la población son pruebas indiscutibles de la incapacidad del PRI para resolver los problemas más graves que sufre el país, algunos de los cuales ya estaban allí antes de entregarle temporalmente la Presidencia al PAN.
En el otro extremo, los escándalos de corrupción de los ex gobernadores Humberto Moreira, de Coahuila; César Duarte, de Chihuahua; Roberto Borge, de Quintana Roo, y especialmente el del prófugo Javier Duarte, de Veracruz, son la confirmación de la imposibilidad de que este partido gobierne con un mínimo de honradez.
Todo ello ha hundido al PRI al tercer lugar en todos los pronósticos de las encuestas sobre la elección presidencial del 2018, y colocado a Morena y a Andrés Manuel López Obrador en el primer sitio de la preferencia electoral. A pesar de que la crisis de violencia es una herencia del ex presidente Felipe Calderón, y de que los doce años del panismo en el poder trajeron desolación al país, el PAN y la esposa de Calderón, Margarita Zavala, figuran en segundo lugar, lo que anticipa una contienda protagonizada por estos dos partidos y probablemente por esos dos aspirantes.
En un lejano cuarto lugar, al PRD las circunstancias le reservan el papel de partido útil en una alianza con alguno de los punteros, muy probablemente el PAN si se consideran los intereses y gustos de la corriente dominante en ese partido. En ese contexto, son lógicos la repulsa social al gobierno del PRI y el apoyo mayoritario que en este momento muestra la población al precandidato de Morena.
Le resulta imposible al PRI (y también al PAN) pretender que “sabe” gobernar y jugar con esa carta en los comicios del próximo año. López Obrador y su partido no han ejercido la Presidencia y, por lo tanto, no se les puede reprochar el estado del país. Por esa razón el discurso crítico que sostiene el precandidato tabasqueño recoge la preocupación y la angustia que predominan en la sociedad y consigue la mayor credibilidad.
En las encuestas, los precandidatos presidenciales ciudadanos alcanzan niveles insignificantes de presencia pública, notoriamente insuficientes para participar de forma competitiva en la elección. Si a ello se le suma que hay tantos aspirantes ciudadanos como de partido, sin que entre ellos destaque una figura digna de la atención del electorado, es previsible que la opción “ciudadana” sea objeto de desaire en las urnas.
Por ese motivo llama la atención el lanzamiento del movimiento “Ahora”, creado para promover la candidatura presidencial independiente de Emilio Alvarez Icaza. Experto en derechos humanos y con una reconocida trayectoria profesional que parecía estable en ese ámbito, sorprende que Alvarez Icaza haya decidido abandonar su carrera para aventurarse al terreno político.
Sorprende además que lo haya hecho a partir de un análisis improvisado –voluntarioso y en algunos aspectos contradictorio, sesgado o falso– que lo puede conducir a ser un factor de utilidad para los intereses que él y su grupo aseguran combatir: los intereses de los partidos políticos, del sistema y del orden establecido.
“La clase política le ha fallado a la gente en lo más básico” y “ahora es el momento de la gente, ahora es el momento de México”, dijo Álvarez Icaza en el acto político para presentar su organización, realizado el domingo anterior en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Explicó que el grupo se propone incentivar candidaturas independientes en todo el país para el 2018, en primer lugar la suya a la Presidencia de la República. El PRI, el PAN, Morena y los caudillos no son una opción viable para acabar con la crisis nacional, sostuvo Álvarez Icaza, no obstante lo cual el movimiento se declaró abierto a participar en las elecciones en alianza con un partido o coalición de partidos.
Sin necesidad de un examen profundo, detrás del discurso antipartidista de Ahora y de Álvarez Icaza se advierte un interés especial por antagonizar con Morena y López Obrador, el partido y el precandidato opositores que cuentan hoy con la mayor simpatía ciudadana y cuya bandera central es la lucha contra la corrupción gubernamental.
No importa si es una estrategia o una simple tendencia del grupo de Álvarez Icaza, el caso es que de mantenerla, esa actitud reportaría provecho no tanto a Ahora, sino al PRI y al PAN, que contarían con un aliado en su batida para frenar a López Obrador. Un indicio de esa naturaleza anti-lópezobradorista de Ahora lo ofreció la politóloga Denise Dresser, integrante del grupo de Álvarez Icaza, en su artículo del lunes pasado en el diario Reforma, en el que dedica una línea derogatoria al PRI y al PAN, y largos párrafos a descalificar a López Obrador, de quien dice que no convence a muchos mexicanos y sus soluciones no entusiasman ni tienen resonancia entre los electores indecisos.
La señora Dresser atribuye a la “puerilidad de sus propuestas” esa presunta falta de apoyo de ese segmento de la población a López Obrador, y concluye que “el lopezobradorismo / morenismo sigue sin ser la preferencia potencialmente detonadora de un cambio sustantivo, de un arrastre multiclasista, multigeneracional, plural. AMLO sigue atorado con un tercio del electorado.
No más”. Si el movimiento de Álvarez Icaza se sustenta en esta proclama anti lopezobradorista y busca sacar fuerza de los cuestionamientos a Morena, cuyos defectos por malos que sean no podrían ser racionalmente comparados con los del PRI y los del PAN, nadie estará más satisfecho con Ahora que esos dos partidos. Que vengan más candidatos y movimientos ciudadanos como ese, podrán decir. Y todo en un momento en que existen ya señales de una campaña auspiciada desde el poder para impedir el crecimiento de Morena y su precandidato.