“Así es la vida, todo tiene un principio y un fin”, entonó en su melodía La Más Querida de su primera producción discográfica: El Alma Joven de 1971, sin imaginar que el fallecimiento de este inigualable intérprete nacido en Parácuaro, Michoacán, apenas marca el inicio de un legado para generaciones.
El sello peculiar de sus amanerados y atrevidos movimientos, revolucionaron los escenarios donde se paró para cantarle a su pueblo, lo que lo convirtió en el principal precursor de la música regional mexicana contemporánea.
El Divo de Juárez, se ganó la admiración de otros grandes de la música: La Prieta Linda, Raphael, Vicente Fernández, Lupita D’Alessio, Lucha Villa, María Victoria, Pedro Vargas, Lola Beltrán, Amalia Mendoza, Cornelio Reyna y su querida amiga, la española más mexicana Rocio Durcal, entre otros, grabaron temas de Juan Gabriel que se convirtieron rápidamente en éxitos.
Según la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación (LARAS), el cantante ha vendido poco más de 100 millones de álbumes que van desde baladas, rancheras, mariachi, flamenco, disco, y más.
En 1997, cuando Juan Gabriel celebró sus 25 años de trayectoria artística en el Palacio de Bellas Artes, soñaba con llegar a 50. Sin embargo, la muerte impidió que en cinco años más sus admiradores pudieran verlo llegar a esa edad de oro musical, tal vez, por cuarta ocasión en el máximo recinto nacional de la cultura.
Ni aunque los mexicanos intenten olvidarlo, acostumbró a su gente con el “amor eterno” que siempre ofreció en cada una de sus letras. Silencio, que El Divo está descansando.