Pasadas las 10:00 horas, cuando salió de su aposento, cuando el Papa Francisco abordó el Papamóvil y cuando recorría las calles de la capital mexicana pidió al chofer que detuviera la unidad.
Fue entonces cuando en las colonias Mixcoac y San José Insurgentes la rutina se detuvo, porque el Santo Padre bajó del vehículo para dar la bendición a un grupo de monjas que gritó, rezó, cantó, brincó y lloró el nombre del católico.
Estas acciones llamaron la atención del Sumo Pontífice y frente a las monjas les dio su bendición y les dijo unas palabras en voz baja, este gesto provocó que los asistentes se acercaran de manera inmediata para ver, tocar o recibir la bendición celestial.
El Papa pidió a la multitud que bajará un poco la intensidad de las porras y gritos para concentrar su mensaje a las religiosas que, exclamaron un “gracias Santo Padre” tras recibir el mensaje y le entregaron un ramo de flores blancas.
Este acto dejó estupefactos a los elementos de seguridad de la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSPDF), Estado Mayor Presidencial (EMP) y de la seguridad de El Vaticano.
También el cardenal de México, Norberto Rivera Carrera, esbozó una sonrisa y su cara de sorpresa fue evidente que tuvo que bajar del Papamóvil para esperar al Papa para poder reiniciar su camino.